Países hermanos? Sí pero a medias...
De tanto hablar de que somos familia, a veces olvidamos que la relación entre Colombia y Venezuela debe trabajarse.
Hola,
Hace muy poco, conversando con una periodista venezolana que vive en Colombia hace unos años, hablamos sobre la invisibilización de la población migrante venezolana en el país a partir de una nota que Daniel Pardo escribió para BBC Mundo. “Ya no nos quieren acá”, se titulaba la nota que, entre muchas cosas, hablaba del evidente desinterés del —ya no tan nuevo— gobierno colombiano frente al tema y de cómo se estarían saboteando algunas de las políticas para atender la crisis migratoria.
Mientras hablábamos la noté cansada y un poco decepcionada. También con rabia. Dentro de las varias cosas que hablamos, una fue que, a pesar de todos los PEP, ETMV y demás programas gubernamentales, las cosas para los migrantes siguen igual después de ocho años. Y no necesariamente en cuanto a los papeles.
Hace poco en Nueva York, ciudad en la que vivo, salió la noticia de que los albergues ya no dan abasto por la gran cantidad de migrantes que llegan, en su mayoría de América Latina. Hablando con algunos de ellos, muchos eran de Venezuela y me contaron que aunque vivieron en Colombia un tiempo, con sus papeles y todo en regla, la situación era muy difícil. La mala paga, el maltrato y sobretodo la xenofobia los motivaban a irse, me contaban.
“Colombia no estaba acostumbrada a ser un país receptor de migrantes”, me explicó hace un tiempo Ronal Rodríguez, parte del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario. Curioso, teniendo en cuenta que por muchos años las campañas de país de Colombia resaltaban lo buenos anfitriones que éramos para los extranjeros. “El riesgo es que te quieras quedar”, decían en ese entonces.
Pero ahora que lo pienso y Colombia, pareciera, es más como ese anfitrión que después de un tiempo se cansó de hospedar a su invitado. Volviendo a la conversación con la periodista, en un momento hablamos de la idea de “países hermanos” entre Colombia y Venezuela. Ella me decía que eso como tal no existía. Yo le dije que de pronto sí, pero que era una relación complicada.
Recordé sobre todo a varios familiares que vivían en Venezuela y que emigraron a Colombia. “Eso fue lo que se buscaron”, decían en mi casa.. Los recibimos en su casa, pero con los taches arriba, como se dice coloquialmente en el fútbol. Creo que eso no ha cambiado mucho, como que todavía recriminamos a quienes optaron por salir de su país sin entender las razones. Sin ponernos en sus zapatos.
De acuerdo con Migración Colombia, de los 2 millones de venezolanos que hay en el país, cerca del 60% tienen sus papeles en regla. El problema es que, como lo explicaba Daniel en su nota de BBC, el tema quedó allí. La xenofobia y la discriminación sigue y pareciera que el esfuerzo se detuvo en el plano administrativo, sin pensar mucho en el tema de la integración y sobre lo que puede hacerse para que los migrantes puedan tener una vida plena en Colombia y no tengan, como lo hicieron los venezolanos con los que hablé en Nueva York, de arriesgar sus vidas en la espesa selva del Darién.
¿De qué nos sirven todas esas preguntas? De pronto ahora no mucho, pero algo que me decía mi amiga periodista es que muchas personas en Colombia aún no se las hacen. Y la realidad es ineludible, pues hay un gran número de venezolanos que ahora viven en Colombia y que, salvo casos excepcionales, buscará salir. ¿De qué manera buscamos que los dos países nos integremos? Una conclusión fue que deberíamos olvidar el tema de que somos hermanos, pues eso, de cierto modo, nos termina llevando a una zona de comfort en la que no tomamos acciones porque “somos familia”, como pasa mucho en nuestras casas.
Pd. Con este newsletter les damos la bienvenida a IntegraDOS, un lugar en el que buscaremos no solo hablar de la migración, sino también hacernos estas preguntas. Nos vemos en 15 días con una nueva edición.
Nos vemos pronto!
Jesús